¿No tienes frío?
¡¿Cómo llevas sandalias en invierno?!
La reforma del Carmelo liderada por santa Teresa de Ávila se consolidó con el nombre de “Carmelitas descalzas”, por lo que el ir descalzos se suele asociar a esa gente radical que hace mucha penitencia y quiere ser cristiano hardcore, como por ejemplo los Franciscan Friars of the Renewal, o más comúnmente conocidos como “los franciscanos del Bronx”, que tanto bien hacen (https://www.franciscanfriars.com), las clarisas, etc. Y si bien es cierto que mi “toma de sandalia” —si se puede decir así— tuvo lugar un miércoles de ceniza y que, ciertamente, es signo de un deseo de seguir a Cristo con radicalidad, lo cual siempre conlleva la ascesis —más ascesis es concluir una tesis doctoral que llevar sandalias…—, en mi corazón, la llamada a vivir descalza brotaba del enamoramiento de Jesucristo, Hombre-Dios.
Me limito a rogarte y amonestarte... que no cejes, sino que camines con cautela por la senda de la bienaventuranza, segura, gozosa y alegre, con andar apresurado y paso ligero, de modo que no tropiecen tus pies y ni aun se te pegue el polvo del camino (Santa Clara)
Por un lado, palpitaba en mí el deseo ardiente de seguir al Maestro sin medias tintas, por otro, el apasionamiento por su Encarnación, por su Humanidad, por elegir ser Dios en carne, lo cual me sigue pareciendo hoy más que entonces la locura más grande y el quicio de nuestra fe: los cristianos seguimos a Dios que se ha hecho carne, materia, para llevar la materia al cielo. Nadie más afirma tal cosa.
Con botas pesadas no se puede correr. Un pie desnudo en invierno evoca la fragilidad de nuestra humanidad, aquella que quiso Dios para sí, cuando, siendo de naturaleza divina, era impasible. El Impasible eligió hacerse pasible. La carne expuesta recuerda a Belén, evoca la cruz, lleva al pensamiento a ese cuerpo roto colgado del madero. El frío en la piel desnuda emerge como ocasión de oración por tantos.
En definitiva, todos estamos llamados a vivir descalzos, con sandalias o sin ellas. Así lo ha entendido Hakuna con esta nueva canción que me encanta y a la que remitiré la próxima vez que me pregunten por la calle: “¿por qué vas descalza?, ¿no tienes frío?
En el fondo es una cuestión de LIBERTAD y de querer VIVIR.
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